March 22, 2009

Piano



Suavemente, al ocaso, una mujer canta para mí;
llevándome de vuelta por el campo de los años, hasta ver
a un crío sentado bajo el piano, oyendo el bramido de las cuerdas vibrar,
presionando los pequeños, elegantes pies de una madre que sonríe al cantar.

A pesar de resistirme, la insidiosa maestría de la canción
me traiciona, hasta que mi corazón ruega por volver
a las viejas tardes de domingo en casa, con el invierno de compañía
y los himnos en el cómodo salón, el piano tintineante nuestra guía.

Así que ahora es en vano que la cantante estalle en clamor
con el gran piano negro appassionato. El encanto
de la infancia me arrebata, mi hombría se ha deslavado
en el torrente de la memoria y lloro como un niño por el pasado.


D.H. Lawrence
Traducción de Emmanuel Caballero

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