April 01, 2009

En el clavo


Obama: Calderón, el Elliot Ness de México

El presidente Barack Obama comparó ayer la pelea del presidente mexicano Felipe Calderón contra los cárteles de las drogas con la lucha entre Elliot Ness y Al Capone en Estados Unidos en la década de los 30, durante la Prohibición en Estados Unidos.

Obama hizo notar que el presidente Calderón tomó la decisión correcta al lanzar la ofensiva contra los cárteles de las drogas. “Está encarándolos, de la misma manera que Elliot Ness enfrentó a Al Capone durante la época de la Prohibición, con frecuencia eso causa más violencia, y estamos viendo que eso está aflorando”, añadió.

Ese Obama sí que es un gran hombre. Consciente, inconsciente o irónicamente, hizo el símil más atinado acerca de Calderón y su ridícula guerra contra 'las drogas'.

Siendo el nuevo presidente de los Estados Unidos un producto del estudio analítico de la historia social de los estados Unidos y su lucha por las libertades individuales, debe estar bien enterado de lo que Elliot Ness representaba y recuerda hoy en día.

La prohibición del alcohol en EU entre 1919 y 1933 fue un grave error, un episodio patético e innecesario, provocado principalmente por la visión cuadrada e intolerante de grupos fundamentalistas cristianos, que creían que el abuso del alcohol era una maldición satánica. La prohibición también estaba apoyada por nobles organizaciones como el Ku Klux Klan.

La idea era simple: si evitamos el consumo de alcohol, la violencia y los problemas de la sociedad desaparecerán instantaneamente. Salida fácil como todas las que idean los creyentes.

El resultado, catastrófico. Las mafias que antes se ocupaban solamente de las apuestas y el robo explotaron el nuevo negocio de la producción, distribución y venta ilegal del alcohol a un público más ávido y desesperado por obtener cualquier sustancia embriagante. Se provocó un nivel de corrupción en las entidades judiciales nunca antes visto. Las muertes comenzaron a ocurrir entre las policías especiales y los gánsters. Todos conocemos las encarnadas balaceras al estilo Dick Tracy. Sumado a esto, el gobierno perdió cerca de 500 millones de dólares AL AÑO sin la recaudación proveniente de la venta de bebidas alcohólicas.

Ante este desastre social, la ley de prohibición primero tuvo que relajar sus criterios y algunas bebidas se volvieron legales de nuevo. Poco después, la prohibición terminó por completo y las destiladoras y productores volvieron a entrar en una regulación de mercado legal, con más restricciones de producción y más impuestos.

La lección parecía sencilla: la demanda por drogas nunca se elimina, la gente quiere consumirlas y de alguna manera, siempre las va a conseguir. Es algo histórico y natural, está entrelazado con nuestra evolución como especie y civilización.

Pareciera que los gobernantes modernos son verdaderos idiotas, que jamás abrieron un libro de historia o peor aún, nunca vieron una película de Kevin Costner. La prohibición fue una matanza gratuita y fracasó completamente como política de estado. Hoy en día la industria del alcohol es una de las más redituables del mundo.

Y sin más, exportaron la fórmula a nivel global provocando la guerra clandestina más violenta, sanguinaria e inútil de la historia. Miles de personas mueren en la línea de fuego peleando por un sinsentido, miles otros mueren porque los productos que consumen se producen ilegalmente y sin ningún control de calidad. Millones de familias destrozadas por la adicción o la violencia.

¿No será también un síntoma de este estúpido conflicto la crisis monetaria que vive el mundo? Piénsenlo un segundo: millones de dólares se gastan a la semana combatiendo a un ejército invisible al que le crecen diez cabezas cuando se corta una; al mismo tiempo, millones de dolares salen de circulación pues se van a cuentas fantasmas de lavado y para pagar millonarias mordidas a miles y miles de empleados públicos, entre ellos, obviamente, presidentes. Millones de dólares podrían recaudarse de los impuestos generados de la venta de drogas legales, pero no, prefieren montar este teatro de legalidad y nobleza.

Calderón es, en efecto, Elliot Ness: el policía violado por el sistema. El que pierde amigos y compañeros en la batalla, peleando por una causa perdida desde hace miles de años. El que atiende a las visiones puritanas y mercenarias del 'deber ser'. El que ciegamente obedece a una ley totalmente chueca y fallida.

Al final, Elliot Ness perdió la batalla y Calderón perderá la suya también.

Lo que en Estados Unidos duró 14 años, lleva ocurriendo ya demasiado tiempo en México. La solución es sencilla: legalicen las drogas. Detengan la matanza. Dejen que cada quien decida con qué ponerse un pasón, y que toda la sociedad cobre las ganancias de éste, el negocio de la historia. A esto se reduce: el dinero que unos cuantos tienen, le pertenece a todos. Y todos tenemos el derecho de hacer con nuestros cuerpos lo que se nos hinche la gana.

Y paren de mamar.

1 comment:

argel said...

totalmente de acuerdo