July 08, 2008

Todo sobre mi hermano (pt. 1)

Es momento de ir sacando las memorias guardadas, para sanar un poco el corazón.

Mi hermano se llamaba Roberto, igual que mi papá. En realidad sólo cambiaba su segundo apellido de Pérez a Valdés. Muy tarde me enteré que se escribía con S.

La primera memoria que tengo de él se sitúa en su casa. Era un departamento viejo, y su cuarto estaba atiborrado de cosas muy emocionantes para un niño de 5 años. Recuerdo que ahí jugué mi primer videojuego. Era un Intellevision y jugábamos Burgertime. Creo que nunca más volví a ver un Intellevision, pero los videojuegos no han abandonado mi vida hasta ahora.

No lo sé de cierto, pero me imagino que el LP de The Wall que teníamos en casa era de él. También por ahí de los 5 lo encontré entre los demás viniles y me apasionaron los dibujos: martillos y aviones con cara, flores de las que brotaban piernas y bocas, una mujer con tetas de ladrillos... Basta decir que The Wall es mi disco favorito.

Acababa de nacer Adrián, el hermano pequeño, e íbamos todos juntos al club Terranova. Roberto ya tenía 18 años para entonces. Dicen que se le acercaba la gente para preguntarle si Adrián era su hijo. La verdad, me hubiera gustado ver a un Robertito algún día.

Roberto y yo nos dejamos de hablar y ver mucho tiempo (estúpidas cosas de adultos). Cuando cumplí 18, le exigí a mi papá que me diera el teléfono de mi hermano y le marqué una tarde cualquiera. La sorpresa fue enorme: platicamos horas y teníamos gustos tan parecidos que hubiera sido lo mismo crecer juntos. Cuando nos reencontramos, nos volvimos mejores amigos.

La primera vez que nos volvimos a ver, fue en el Cinemark del CNA. No recuerdo la película, pero recuerdo que llegué en Metro y él estaba con sus amigos productores de conciertos (¡wow!) En ese entonces, Roberto trabajaba para Fobia, que siempre había sido de mis bandas favoritas. Ahí estaban todos los que aparecían en los agradecimientos de los discos. Cuando llegúe, Roberto me presentó así nomás: "Es mi hermanito". Brillante.

En su trabajo, Roberto me invitó a muchos conciertos tras bambalinas. Él era, sin lugar a dudas, el mejor productor de eventos de México. Todos sus amigos me lo han recordado en estas semanas, yo lo sabía desde hace tiempo. Su ética laboral era impecable. Si algo no estaba bien, el show se cancelaba. Pero todo siempre estaba bien con él. De verdad era un maestro. Su único criterio era hacer las cosas bien.

Nunca viajamos juntos y de eso me arrepiento. Roberto también era un viajero experto. Siempre estaba de viaje, y su vida era realmente la del rock: aeropuertos a las 3 de la madrugada, carreteras nocturnas (sob!), escalas ridículas y maletas perdidas. De todos sus viajes, por alguna razón siempre me contaba de Los Angeles y de Amoeba Records. También sobra decir que ahora es mi tienda favorita de discos.

Roberto tenía una extraña debilidad por las chicas. Supongo que es de familia (Black Eyed, de Placebo, es nuestra canción). La anécdota más loca que recuerdo fue cuando conoció a una chica que le escribió desde Monterrey. Se enamoraron en un par de visitas y Roberto se la trajo a vivir al DF. Durante un viaje de Roberto, ella conoció a un tipo y se fue a vivir con él. Ni siquiera esperó a que regresara.

Roberto siempre decía que se acordaba de mi y de Adrián cuando escuchaba "Release", de Pearl Jam. Es una canción hermosa.

La TV que tengo en casa me la heredó Roberto.

Roberto era el fan número 1 de R.E.M. Siempre admiré su colección completa, incluyendo versiones limitadas de cada disco, sencillos, etc. Los guardaba en bolsitas de plástico, eran su tesoro...

1 comment:

e. said...

Millones de abrazos. Millones. Sé que nos vemos una vez al año y ya nunca hablamos, pero te quiero.

Hang. Breath. Whatever you need, really.