Rock n' Roll Suicide

You make my world seem right
You make my darkness bright, oh yes
You've got this strange effect on me
And I like it, and I like it...

This Strange Effect, Hooverphonic

Todo el día, toda la noche, computadora, estereo, iPod - tocando música incansablemente.

No puedo parar. Mi obsesión por escuchar más y más música me absorbe por completo. Si voy a un centro comercial, DEBO entrar a la tienda de discos, en el coche voy cantando a todo pulmón todo el tiempo, cuando me baño pongo la única estación que recibe mi pequeño radio impermeable, las viejitas pero bonitas.

Cuando estoy en casa, mi computadora está siempre bajando música. Por necesidad soy un pirata cibernético. Si en realidad comprara toda la musica que escucho, embargarían todos los bienes de mi familia y amigos y yo tendría que declararme en bancarrota y listo para rehabilitación y servicio comunitario.

Por que a veces pienso que esto en realidad es una adicción, y que debo afrontarlo, debo tomar rienda de mi cabeza que no puede estar ni un minuto sin música antes de volverse toro en Pamplonada.

Pero eso sólo es una metáfora (bastante simplona, por cierto) de lo que temo que en verdad me ocurra. ¿Que podría ocurrirme con tal sobre-estimulación auditiva y mental?

Una posibilidad sería que mi cabeza explotara como chinampina. Esto lo he considerado y lo único que puedo hacer es esperar a que, el día que eso ocurra, no esté enfrente de alguien vestido de colores claros, puesto que mi cabeza explotada seguramente no se vería muy bien sobre ellos. También he pensado comprarme audífonos de diadema, tal vez eso mantenga mi cráneo en su lugar, aminorando el estallido.

Segunda posibilidad, que mi cabeza implote. Esto es, que desarrolle algún tipo de aneurisma o embolia provocado por un grito a la Pixies, o diez minutos de distorsión Sonic Youth-esca. Si esto llega a ocurrir, oh gran dios Pérez Prado, permíteme volver como un zombie lobotomizado empleado en tienda de discos (porque yo sé que eso es lo que los hace tan lelos).

Tercera, que mi muerte sea lenta y dolorosa escribiendo para alguna revista especializada, donde mis entrañas serán devoradas todos los días por algún promotor que busque una reseña favorable de Julieta Venegas como la PJ Harvey mexicana. No sólo seré un prófugo homicida entonces, también tendré que afrontar el hambre y la soledad en que deviene ser crítico musical, pero al menos, al menos mis amigos, tendré entradas gratis a los conciertos.

Finalmente, podría terminar olvidado en algún cuarto de hotel, relleno de drogas y chocolate, esclavo sexual de la última fiesta de groupies de Fiona Apple - y todo por la música.

Si alguien conoce de alguna terapia para tratar mi aflicción, agradeceré sus sugerencias y a todos aquellos que conocen mi dolor: No están solos, pueden buscarme para compartir experiencias, y les pido de favor, hablen fuerte, me zumban los oídos.

Pd. En México hay una expresión muy buena: 'Flojito y cooperando...". Permítanse escuchar nuevas cosas, muy diferentes a todo lo que han oído antes, visiten a Automedusa Maravilla y sus vidas serán tocadas por el gran poder de la música honesta. Amen.