Isol entra en un minúsculo vestido blanco de franjas arcoiris. Lleva tacones altos, y ha opacado de un solo golpe, muy pequeño pero muy certero, a toda la multitud que aparenta.
Son una burbuja, ella y sus acompañantes, los vemos cruzar el lugar mas nunca volaremos como ellos. Pareciera un regalo esto que hacen, sin precio y dedicatoria.
Esta casa es un barco, afuera el dia se abruma y se llena de oleaje terco, voraz. El cielo, que prefiere cerrar este ojo de eclipse, se nubla en desafío. Sólo con la noche se aventura el mundo a resurgir, sigiloso. En día malo no se debe arriesgar.
*sábado*
Isol entra de nuevo, esta vez de vestido largo igual de blanco. Es un hada que canta. Los hombres detrás de ella la cuidan y la sostienen, está cayendo de gracia.
Horas más tarde, un llanto desgarrador emana del desolado que porta la guitarra. Alrededor de él y su compañera organista la noche se cierne, se llena de aire caliente. La gente está viva y el mundo está renaciendo.
Luisa, enchanté
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