August 12, 2008

Perdón, pero se chingan.

En acto nada sorpresivo se le ha dado amparo a Guillermo Zayas, único responsable de la tragedia en el News Divine donde murió una docena de jovencitos aplastados.

Al mismo tiempo, Marcelo Ebrard pidió disculpas junto con los nuevos responsables de Seguridad y procuración de justicia del Distrito Federal. Bueno, en realidad, la disculpa la pidieron ellos (que no tuvieron nada que ver) y Ebrard se quedó calladito.

Y seguro ahí quedó el asunto: sin compromisos, sin acciones correctivas, sin un verdadero cambio de actitud ante la juventud o ante las familias que han perdido a sus hijos sin sentido.

Esperemos que ocurra entonces la próxima tragedia en otro antro piratón, o en el Foro Sol, o en una carretera en Tepoztlán; al final siempre es lo mismo: se pide perdón y se sigue como si nada.

Bretón alguna vez dijo que en México el surrealismo no podría tener éxito, ya que vivimos inmersos en una surrealidad constante. Aquí no aplican las leyes del resto del mundo. Aquí los delincuentes son los más ricos, los pobres los más felices y los despiertos están eternamente dormidos.

Sofocles podría haber dicho lo mismo, en México no son exitosas las tragedias porque vivimos en una tragedia crónica.

Ni los thrillers policiacos, ni el patetismo, ni el teatro de lo absurdo... ¡por eso nadie lee!

En México se vive el "así es". Se respira la resignación del fin de los tiempos. Aquí a la gente le vale madres el calentamiento global y la guerra nuclear porque desde los teotihuacanos ya sabíamos que a este mundo se lo estaba llevando la chingada diariamente. Por eso nuestra obsesión con la muerte, las Catrinas, la fiesta del 1o. de octubre, la Santa Muerte, etc. Aquí decimos que queremos a la muerte porque ya todos sabemos que estamos muertos en vida, porque aquí la vida ya es el infierno.

Y tenemos nuestro Cielito allá arriba, del otro lado del Río Bravo.

Y tenemos a nuestros diablillos torturadores, los políticos.

Y a nuestros cancerberos, la Border Police.

Y lo peor es que fervorosamente creemos que la Virgencita nos llena de bendiciones, que México es un país especialmente querido por Dios (porque nosotros lo queremos tanto a él), que nos merecemos un milagrito por llevar a vestir al San Judas cada 28 de mes.

Saramago debió saber que aquí el Ensayo sobre la Ceguera iba a pasar desapercibido, porque aquí se vive su fábula desde hace 500 años. Porque nadie parece darse cuenta que lejos de estar benditos, estamos bien malditos, y que no habrá exorcismo ordenado por el Cardenal Rivera que pueda limpiar esta afección letal del pueblo mexicano: tenerle fe a que algún milagro va a mejorarlo todo.

Jóvenes, niños, adultos o ancianos, todos estamos dispuestos a que nos pasen por encima. Hasta nos burlamos de que así son las cosas y qué se le va a hacer. Nos la estamos buscando, México, como una depresión autodestructiva lleva al suicido consciente o inconsciente.

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