Supuesto “cerebro” del 11-S quiere la pena de muerte para ser un mártir, dice.
Guantánamo. Khaled Cheik Mohammed, sospechoso de ser el "cerebro" de los ataques del 11 de septiembre de 2001, anunció este jueves al iniciarse su juicio en Guantánamo que él mismo asumirá su defensa y que quiere ser condenado a muerte para convertirse en mártir.
Invitado por el juez Thomas Kohlmann, a decir si aceptaba la ayuda de los abogados de oficio, Khaled Cheikh Mohammed se puso de pie y comenzó a recitar versos del Corán, interrumpido sólo para traducirlos al inglés: "Dios es totalmente suficiente para mí". "No voy a aceptar abogado (de oficio), yo asumiré mi defensa", concluyó.
Cuando el juez le recordó que podía ser condenado a la pena capital, Khaled Cheikh Mohammed respondió: "eso es lo que quiero, hace tiempo que quiero ser un mártir".
Cuando los blandos dicen que hay que respetar las creencias de todos, es porque no están pensando en psicópatas como éste. Pero me equivoco. Éste cretino no es un psicópata. Es un creyente, un hombre de fe, un iluminado. Maquinó uno de los ataques más destructivos de la humanidad (el más destructivo, si tomamos en cuenta las consecuencias que tuvo) con plena conciencia de lo que hacía, con todas sus capacidades intelectuales (lograr lo que logró toma mucha habilidad) y, según él, con el respaldo moral que le otorgaba su gente, su pueblo, su iglesia...
Todo bajo una creencia falsa: que llegado al reino de los cielos, será recompensado con oro, banquetes y vírgenes para cogerse a destajo. Que esas miles de personas que murieron en las Torres Gemelas merecían morir por el simple hecho de no creer en su amigo imaginario.
Sin tomar en cuenta el grave error moral que todo esto implica, quisiera centrarme en esta idea de la recompensa después de la muerte.
Todos sabemos que moriremos. Esta es la tragedia humana: amar la vida y no querer morir. Las religiones se alimentan vorazmente de este miedo, inventando bellas fantasías de cómo podrá ser la vida después de la muerte. Todas prometen algo hermoso, siempre y cuando se sigan ciertas reglas inútiles (diría yo contradictorias) para la vida en la tierra. Y despúes de cientos de miles de años de existencia, ningún hombre y ninguna mujer ha regresado de entre los muertos fehacientemente para contarnos si alguna de esas fantasías es real. En ningún rincón del universo, en ningún fenómeno natural, en NINGUNA PARTE HAY PRUEBA ALGUNA de que haya algo inteligible después de la muerte. Al contrario, todos los días vemos como las cosas desaparecen ante nuestros ojos. Las flores se marchitan, los soles se extinguen, las mascotas se nos mueren, hasta el amor se acaba...
Y nada. En nuestras mentes humanas quedan hermosas imágenes que corresponden con nuestros sentimientos. Pero nada más. No volvemos a ver a las flores, a las mascotas, no hemos logrado revivir a un sol (afortunadamente, el amor sí se recupera).
Es necesario que dejemos de creer en la vida después de la muerte. Por que hace mucho mucho daño. No sólo en la forma de fanáticos lunáticos que pueden matar sin remordimiento pensando en su propia gloria inmortal, sino en el daño real que nos hacemos todos los días a nosotros mismos. Dejamos de vivir, nos reprimimos, nos retractamos, pensando que algún día nuestra piedad nos será recompensada. Reprimimos a nuestros hijos, a nuestros compañeros, a nuestros amigos, a nuestras parejas... todo porque 'creemos' que hay algo después, algo mágico, luminoso y eterno que finalmente no sabemos qué es.
Mientras tanto, el planeta Tierra, tan hermoso, luminoso y escaso sigue su camino, sin importarle un carajo el pecado o la Providencia, dándonos una vida de pocamadre con amigos, familias, amor, naturaleza... que decidimos no disfrutar al máximo (porque luego se va a poner mejor).
Eso sí es psicótico.
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