La ola de agresiones hacia los chavitos emos de México me parece virulenta y vomitiva.
Pero en este país nos tocó vivir. Donde las tribus urbanas ni siquiera pueden definir a su propio grupo. Ninguno tiene ideologías o principios; básicamente porque no leen nada, no quieren aprender, y me atrevería a decir que no PUEDEN aprender. Su nivel de argumentación es tan, pero tan primitivo, que ninguna moda o afiliación los puede diferenciar de lo que realmente son: subdesarrollados.
Las carencias en México son verdaderamente indignantes. La desigualdad y la ignorancia nos tienen esclavizados, golpeándonos unos contra otros; odiándonos mutuamente. Haciendo las cosas mal una y otra vez. Desde el presidente hasta el punk de Ecatepec, todos son pobres... de la cabeza.
La descomposición del tejido social y sus síntomas: violencia, crimen, impunidad, discriminación, racismo, pobreza, sólo terminarán cuando, educándonos (el gobierno obviamente no lo va a hacer por nosotros), nos demos cuenta que SÍ deberíamos ser intolerantes, pero ante la tribu de políticos oportunistas y medios carroñeros que siempre nos han visto como jodidos y nos dan lo peor que tienen para ofrecer: su desprecio.
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