Posesión

¿A quién pertenecemos? No es a nosotros mismos, no es al reflejo que cambia día a día en el espejo.

Las formas de metaforizar nuestras relaciones no son una gratuidad semántica. Decir 'mi amigo', 'mi novia', no son simples oraciones para denotar cercanía. Son en verdad advertencias que marcan propiedad, que hablan de posesión y pertenencia.

Nadie es de mí, ¿pero, de quién soy yo? De aquel que quiera quitarme esta vida y creer que sólo soy un obstáculo o un demonio. Sólo ignorando la conciencia ajena se puede creer en la posesión del otro.

Así vamos todos, trazando hilos por el mundo, como Teseo en el laberinto. Siempre podrás seguir mi madeja hasta mi pasado, ahí donde alguien me amarró a su vida y se aferra a mi distancia.

Sé de quién quiero ser. Y la mejor forma de serlo, es que ella no sea mía.