He traducido unas citas de Thomas Jefferson que me parecen sumamente relevantes y vigentes en torno a la religión y la sociedad. Ilumínense:
El Cristianismo no es, y nunca fue, ley común a todos los hombres.
Hablar de existencias inmateriales es hablar de nada. Decir que el alma humana, los ángeles, dios, son inmateriales, es decir que son nadas, o dicho de esta manera: no hay dios, no hay ángeles, no hay alma. No puedo razonarlo de otra manera.
No me molesta en lo absoluto que mi vecino diga que existen veinte dioses o ninguno. No me vacía los bolsillos ni me rompe las piernas.
Es tiempo que el hombre piense por sí mismo, y deseche la autoridad investida en nombres artificialmente magnificados.
Sé que esto molestará al clero, pero aquel que pida libertad religiosa no debe esperar ni paz ni perdón emanados de ellos.
Es un insulto hacia nuestros ciudadanos cuestionar si son racionales o no, y es blasfemo suponer que la religión no podría sostenerse ante las pruebas de la verdad y la razón.
El curso natural de la mente humana es, ciertamente, ir de la credulidad al escepticismo.
El ridículo es la única arma que puede usarse ante las afirmaciones ininteligibles. Las ideas deben ser distintas para poder razonar sobre ellas, y ningún hombre ha podido tener jamás una idea precisa de la Trinidad. Es tan sólo el abracadabra de los farsantes que se hacen llamar pastores de Jesús.
El día llegará cuando el origen místico de Jesús, como hijo del Ser Supremo y concebido en el seno de una virgen, se clasificará como fábula junto con el nacimiento de Minerva en el cerebro de Júpiter.
En cada país y cada época, el clérigo ha sido hostil hacia la Libertad. Siempre está en alianza con el déspota, solapando sus abusos y esperando lo mismo en recompensa.
El dios cristiano es un monstruo de tres cabezas: cruel, vengativo y caprichoso. Si se quiere conocer más de esta bestia tricéfala, sólo se necesita observar a aquellos que dicen servirlo. Siempre son de dos tipos: tontos e hipócritas.
La libertad de creencias, o de no-creencias, es una parte tan importante en la vida de cada persona que la libertad religiosa afecta a todo individuo. Las Iglesias que usan el poder del Estado para apoyarse e imponer su punto de vista en las personas que no comparten su fe, menosprecian nuestros derechos civiles. A su vez, el apoyo del Estado hacia la Iglesia tiende a crear un clero irrespetuoso y corrupto. Erigir la pared entre el Estado y la Iglesia es absolutamente esencial en una sociedad libre.
Todos los ojos están abiertos, o abriéndose, a los derechos del hombre. La luz de la ciencia ha otorgado a todos un atisbo de la verdad palpable: la humanidad no nació con una montura a sus espaldas para que unos cuantos, de botas y espuelas, nos cabalguen legitimizados por la gracia de dios.
October 16, 2007
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