Cuerpo, recuerda no solamente cuánto fuiste amado,
no sólo las camas en que estuviste,
sino también el deseo que brillaba
en los ojos que te observaban
y hacía temblar las voces—
frustrado apenas por los obstáculos del azar.
Ahora que está todo en el pasado
parece que tú te dabas a ese deseo
de igual manera —cómo brillaba,
recuerda, en esos ojos que te admiraban;
recuerda, cuerpo, como temblaban por ti esas voces.
Constantino Cavafis