No es que a mí me moleste, per se, propaganda como ésta sobre Natalia Lafourcade. En el internet también hay suficiente espacio para escribir lo que sea, pero pretender que la gente lea esto como un reportaje y no como un spot pagado por la disquera es razón y consecuencia del mediocre medio artístico en México.
De entrada, porque traer a discusión la diferencia entre el pop y la música "seria" a estas alturas parece un timo. En 30 años desde Jacko o Madonna, una enorme cantidad de gente ha demostrado que hacer música melódica (si a eso se le llama pop) no es una deficiencia. Entre ellos están Björk, Belle & Sebastian, los Cardigans, Blur, Pulp, Garbage, Beck, Badly Drawn Boy, Suzanne Vega, Tori Amos, Javiera Mena, Entre Ríos, Regina Spektor y un interminable etcétera. Ignorar esta historia y decir que Natalia Lafourcade está descubriendo el hilo negro es, francamente, hacer la tarea cinco minutos antes de la clase.
Natalia ha hecho cosas rescatables en su carrera, y se agradecen; pero suena como una misión azarosa redimir el reino del pop frente al jazz o la música clásica con ella en el trono. Sería cosa de hablar de pop en sus propios términos y preguntarse: ¿es bueno, innovador, único?
Yo lo dudo, y sólo basta darle una revisada veloz a los artistas antes mencionados para darnos cuenta que entre la "reina del pop" mexicano y el artista pop de cualquier otro lugar hay una diferencia enorme, brutal, insalvable.
¿Su música es única, igual que sus vestidos vintage? Cualquiera puede googlear y encontrar esto en cuestión de segundos:
De verdad, no somos TAN ignorantes.
Pero sí somos mediocres en nuestros gustos y costumbres. En México hay una regla de oro: si el artista es local, tiene pase directo a la condescendencia. "Ay, no está tan mal", "Para ser de aquí, está chido".
Y sí, está chidito, para ser de aquí no está tan mal... ¿A eso aspiramos en nuestras vidas, a no estar TAN mal?
En la música y en el resto de las artes creativas, debería ser inadmisible la falta de honestidad. Natalia Lafourcade, estoy seguro, ha escuchado a gente como Björk y Lilly Allen. A lo mejor sus fans, no, y eso es una desgracia, porque aplaudirle a alguien por copiar, y copiar mal, es señal de una espiritualidad paupérrima. Vender algo que sabes que está mal desde sus raíces, o algo ajeno como si fueran tus propias ideas y tu propia personalidad, es algo que no parece digno de una "reina del pop".
Tampoco creo que sea bueno (o cómodo) escribir por encargo una nota paternalista sólo para congraciarse con algún editor, promotor o artista. Las palomillas, finalmente, mueren en su necio afán por entrar a la bombilla.
Porque hay de reinitas, a REINAS.
Una duda final. ¿Por qué el artículo de Plaqueta prefiere omitir esta parte de la carrera de Natalia? ¿Éste sí es pop feo, o qué no "el pop es el pop"?