Sólo los cobardes anulan

¿Cuántos jóvenes mexicanos de 20 a 30 años serían capaces de crear una célula revolucionaria, vivir en la ilegalidad, combatiendo al gobierno para recuperar el poder del pueblo?

Muy pocos, diría yo. Nunca los suficientes.

A mi generación la educaron en un mundo inmutable. Ya todo está vendido, comprado y apartado, hasta la Luna y las estrellas.

Y como nada va a cambiar, eso quiere decir que somos inútiles para hacer la diferencia. Nuestras vidas se limitan a las funciones más básicas, comer, coger y defecar. No tenemos opinión ni queremos tenerla, o sea, ¡qué hueva!

Vivimos mas no existimos, estamos inhabilitados, anulados.

No sorprende, pues, ver que la respuesta de mi generación hacia el derrumbe político y social del mundo sea anular sus votos en alguna elección.

–¡Es la mejor manera de protestar! –suspiran algunos –¡Vamos a darles una lección a esos canallas! – murmullan otros.

¿De verdad creen que están siendo contestatarios y responsables anulando su voto con un mensaje anónimo, sabiendo que no habrá ningún resultado? ¿Al menos pondrán todos sus datos en la boleta anulada para que el gobierno pueda condecorarlos por su honestidad y valentía?

Anular un voto es como tocar un timbre y correr, como gritarle alguna peladez al cafre de al lado cuando ya estás sobre el puente, como cagarte en los pantalones y decir que alguien puso la mierda ahí sin que te dieras cuenta.

Todos odiamos el olor a vomitada, pero nadie quiere limpiarla.

Si el escenario político no te gusta, crea un partido propio, en el que creas y que le sirva a tu país. Involúcrate.

Si la pobreza de tu pueblo te indigna, trabaja para terminar con ella.

Si la violencia te aterra, exige que termine.

Si el gobierno no te representa y desconfías de él, derrócalo.

Haz lo que quieras, baila, canta, grita, explota, pero hazlo dando la cara, demuéstrale a todos que el mundo no tiene por qué ser tan jodido. Usa tu coraje para incendiar lo que odias.

Y evita a toda costa una cosa: ocultarte detrás de una cortina para hacer un berrinche personal e intrascendente que convalide las infamias de los corruptos, para luego irte a casa, anónimo como siempre, a seguir comiendo, cogiendo y defecando sin sentido. Suficiente nos han cagado para que, además, les ayudes.